Un pedazo del mañana en un auto de hoy. Este aserto ayuda a resumir nuestra experiencia de manejo en el MG ZS EV, es decir, en la versión totalmente eléctrica del mismo SUV que los compradores en Chile han convertido en su favorito. Claro que, como todo vehículo de esta raigambre, el precio es aparentemente elevado, aunque los 25.990.000 pesos chilenos es un valor que sale bien parado si se lo analiza en una segunda, tercera y hasta cuarta mirada.
Al usarlo durante seis días, la marca nos ayuda a “ponernos” el modelo, por la experiencia diferente a todo y el cambio cultural que contiene. El próximo periodista especializado en motores que se pare ante este nuevo mundo y se remita preponderantemente sólo al ítem de su precio, debería ser acusado constitucionalmente.
Cuando lo fuimos a buscar a Movicenter, en el sector norte de Santiago, no hicimos más que alcanzar la calle, para vernos metido en una congestión fenomenal. Primer momento de reconocer a este chico. Mientras las decenas de autos al lado, delante y atrás nuestro gastaban litros y litros de combustible tradicional, contaminando y metiendo boche, nuestro MG ZS EV, nada… Callado, limpio, espiritual, pero real y motorizado, aunque su tren de poder es 100% eléctrico y está compuesto por un motor que es también un generador de 105 kW.
Pero hablemos sobre cómo acostumbramos, porque este motor generador alimentado por una batería de 44,5 kWh proporciona 141 caballos de fuerza y 353 Nm, mandatado por una transmisión automática única. ¿Cómo? ¿Me van a decir que este SUV urbano, de idénticas formas y dimensiones a las de su hermano que es movido por un motor bencinero, tiene el torque de una camioneta de trabajo? Claro. Les dije que era distinto a todo. Muchos mirarán las fotos de Luciano Cares y verán al ZS de siempre quizás con un color más eléctrico y matices en llantas o el frontal, pero en el fondo es otra cosa, totalmente otra cosa. Una buena cosa…
Hoy pasa como uno más, pero en el futuro, cuando haya miles y millones de estos, otro aire respiraremos, entre muchos otros beneficios. Hoy, debe abrirse paso con su rareza a cuestas. Si la batería está llena idealmente puedo andar 260 kilómetros. Pero es utópico. La completé dos veces y una vez anoté 215 km y la otra desmedrados 180 km. ¿Nos engañan? En absoluto. ¿Alguien se siente engañado cuando le dicen que su laptop durará 10 horas sin estar conectado a la corriente y eso solo corresponde a una luna de miel algo breve? Ni hablar de nuestros aparatos celulares. Bueno, este auto, estos autos, pertenecen a ese universo.
¿Qué hacer? Adecuarnos. Proyectarnos. Hoy andaré metido en la ciudad, de arriba abajo, mañana igual y pasado también. Impecable por el MG ZS EV. Ahí, puede que incluso supere mi registro de 215 km de autonomía… Pero el fin de semana iré a Viña del Mar, 122 km hacia el poniente… Cuidado. En carretera vamos acelerando, sin la carga ritual de frenos y desaceleraciones de la urbe congestionada y apretada. Entonces ahí andará por debajo de mis 177 km. Bueno, en Viña recarguen sí o sí o, de lo contrario, no volverán a Santiago.
¿Dónde lo recargo? En las electrolineras públicas, una recarga de 90% toma unos 45 minutos y cuesta 7.000 pesos. Pero voy a recorrer más de 200 km con ese dinero… ¿Podemos repetir esa gracia en un auto bencinero por más eficiente que sea? No.
Acá me devuelvo y les recuerdo que hablé de “cambio cultural”. ¿Cuánto demoramos en cargar gasolina o diésel a nuestro auto tradicional en una estación de servicio? Si no hay nadie, unos cuatro o cinco minutos. 10 o algo más si hay más clientes. Los eléctricos demoran 45 minutos. Aunque los desarrolladores del mundo asociado, como Enel X, ya cuentan con dispositivos para recargas ultrarrápidas y que en 10 minutos repondrán buena parte de la energía de la batería de nuestros autos eléctricos. Pero eso todavía no está diseminado. Entonces, hay que contar con la fortuna de que el punto de recarga público esté desocupado y ahí prepararse y organizarse en esa media hora o 45 minutos para un reposte decente. ¿Qué hice? Devolví llamadas de trabajo, saqué el computador y contesté algunos correos, mandé otros y hasta revisé un portal de noticias de una radio para ver cómo anduvieron los contagios del día. No quiero ser injusto. Sin que nuestra cuenta de electricidad se dispare ni mucho menos, también podemos enchufarlo en casa. En ocho horas, estamos. En mi casa algo antigua, de los años 40 del siglo pasado, la cosa necesitó más de 11 horas para ir por 85%.
¿Ya se están imaginando la vida en estos autos? Sea como sea, modificarán nuestros actuales tiempos, conductas y planificaciones. Y ya que cito a Enel X, su proyecto para la electrificar la red pública de recarga contempla más de 1.500 puntos, uno cada 60 kilómetros y así unir un largo país como Chile, desde la frontera norte de Arica hasta el extremo sur. Mientras, los autos eléctricos van sumándose, marginal y silenciosamente, al parque automotor. Y este 2021 sorprenderá como el año de mejores ventas de autos 100% eléctricos. Ante la ausencia de incentivos gubernamentales o de otro tipo, hoy son más compra de empresas y flotas, pero igual se incrementan de a poco los pioneros particulares. Esto ya partió y no se va a detener hasta que el limpio voltio jubile al carburante que las ha hecho de un verdadero cáncer con nuestra madre tierra.
Y en todo este uso reflexivo y diferente, vivimos los seis días del MG ZS EV… Cómodo, con un techo panorámico grande, sensacional… Frente a mis ojos, en el tablero, un reloj que parece tacómetro pero que nada tiene que hacer en un auto eléctrico. Es más bien un indicador cuya aguja nos dice si estamos recuperando energía o si vamos a una velocidad eficiente o bien gastamos energía por nuestro rápido andar. Segundo a segundo. No hay palanca de cambios, no puede haberla. Pero sí tengo una perilla con la que elijo marcha “D”, reversa, parking o neutra. Luego, al frente de la parilla, tres teclas. La MODE me deja programar al auto entre normal, económico o deportivo. Ya sabrán cuál gasta más y menos… La del medio es la KERS. Sirve para establecer cuatro rangos de recuperación de energía en frenadas y desacelaraciones. Mientras más la pongo a recuperar, más sentiré la sensación de autofreno del coche. Luego está la BATTERY, que me terminó enviciando y me dice cuánta autonomía tengo. Apuesto que será un “vicio” generalizado. Es como mirar cuánto le queda de batería al celular.
¿Performance? Veloz, atlético, despierto. Como buen eléctrico y con todo el torque disponible desde el segundo cero, la fuerza que lo saca es toda. Ya en su silenciosa marcha, se siente suave, rápido y, como pesa unos 200 kilos más que el bencinero, queda bien aplomado y no acusa letargos ni pesadeces. Me gustó en las curvas. Un querido amigo y colega español me dijo que le había parecido algo torpe en el zigzag. Con la confianza y el cariño que nos tenemos, le retruqué que el problema podía estar entre el asiento y el volante. La vida en un eléctrico, la elocuente diferencia del MG ZS EV 2021.
Por Alexis Cares