La fiscalía de Múnich determinó que el presidente ejecutivo de Audi, Rupert Stadler, fuese detenido para evitar que obstruya la investigación sobre la alteración de las emisiones de gases, conocido como “dieselgate”, que afecta al grupo Volkswagen.
La orden de arresto tuvo como objetivo evitar que el alto ejecutivo destruyera pruebas inculpatorias, explicaron los persecutores. De hecho, tras su comparecencia ante el juez, continuó bajo custodia.
La detención coincide con los esfuerzos del nuevo presidente ejecutivo del grupo, Herbert Diess, de renovar la estructura del conglomerado automotor alemán e introducir sistemas de propulsión no contaminantes.
El grupo Volkswagen, que también integra Porsche, admitió a finales de 2015 el uso de un software ilegal para alterar las pruebas de emisiones de motores diésel en el mercado estadounidense.